“El Magisterio de la
Iglesia está interesado directamente en la cuestión de la evolución, porque
influye en la concepción del hombre, acerca del cual la Revelación nos enseña
que fue creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 28-29). La
constitución conciliar Gaudium
et spes ha expuesto magníficamente esta doctrina, que es uno de los
ejes del pensamiento cristiano. Ha recordado que el hombre es «la única
criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma» (n. 24). En otras
palabras, el hombre no debería subordinarse, como simple medio o mero
instrumento, ni a la especie ni a la sociedad; tiene valor por sí mismo. Es una
persona. Por su inteligencia y su voluntad, es capaz de entrar en relación de
comunión, de solidaridad y de entrega de sí con sus semejantes.”
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