“La llamada a esa
construcción de la libertad debe hallar eco eficaz —como insistentemente enseña
la Iglesia— en la superación de sistemas económicos e ideologías que no están
al servicio de la dimensión completa del hombre y que la sofocan injustamente:
“Dado que no en todo aquello que los diversos sistemas, y también los hombres
en particular, ven y propagan como libertad está la verdadera libertad del
hombre, tanto más la Iglesia, en virtud de su misión divina, se hace custodia
de esa libertad que es condición y base de la verdadera dignidad de la persona
humana” (Redemptor
hominis, 12; cf. Discurso
inaugural de la Conferencia de Puebla, 28 de enero de 1979, III, 2, 3).
“
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