“La colaboración
ecuménica nace de una gracia, que el Padre ha concedido como respuesta a la
oración de Cristo (cf. Jn 17, 21) y de la acción del Espíritu Santo en
nosotros (cf. Rm 8, 26-27). Sin embargo, el ecumenismo verdadero da
frutos sólo donde el amor crece con auténtico espíritu de servicio a nuestros
hermanos, siguiendo el ejemplo de Cristo, que no vino para ser servido, sino
para servir (cf. Mt 20, 28).”
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