viernes, 24 de mayo de 2024

Donde no hay justicia no puede haber paz

 Donde no hay justicia —¿quién no lo sabe?—, allí no puede haber paz, porque la injusticia es ya un desorden y sigue siendo verdadera la palabra del Profeta: «Opus iustitiae pax: La paz será obra de la justicia» (Is 32, 17). Igualmente, donde no se respetan los derechos humanos —me refiero a los derechos inalienables, inherentes al hombre en cuanto es hombre—, allí no puede haber paz, porque toda violación de la dignidad personal favorece el rencor y el espíritu de venganza. Y aún más, donde no hay la formación moral que favorezca el bien, allí no puede haber paz, porque es necesario vigilar siempre y frenar las tendencias deteriores que se anidan en el corazón.

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