“El vehículo normal con el que la Iglesia, fiel a su naturaleza sacramental de signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad de todo el género humano (cf. Lumen gentium 1) da testimonio de la redención que actúa en la sociedad, es la misión del cristiano en el mundo. Corresponde al cristiano, y en particular al laico protagonista del compromiso eclesial, gracias a la índole secular de su vocación, hacer presente en todos los ambientes el acontecimiento salvífico de Cristo. Tarea esencial de la misión, aparece, pues, el deber de manifestar de modo sensible la unidad de los cristianos en las diversas situaciones existenciales, presentando la experiencia de hombres nuevos capaces de colaborar en la construcción de sectores de sociedad más verdadera y más justa.”
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