“La personalidad femenina, como escribí en la Mulieris dignitatem, presenta dos dimensiones: la maternidad y la virginidad. Se trata de dos caminos de su vocación de persona que se justifican y se complementan recíprocamente. Sólo si se profundiza la verdad sobre la persona humana, que «no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» (Gaudium et spes, 24), se puede abrir «el camino a una comprensión plena de la maternidad de la mujer» (Mulieris dignitatem, 18).”
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