jueves, 6 de marzo de 2014

“polvo eres y al polvo volverás" (Gén 3, 19).

 “"polvo eres y al polvo volverás" (Gén 3, 19). Todos los cementerios del mundo son una confirmación incesante de estas palabras. Tanto en los que descansan los Papas, obispos y sacerdotes, como en los que rezamos por nuestros seres queridos: padres, hermanos y hermanas, amigos, bienhechores. Los cementerios en los que descansan los hombres grandes y beneméritos de cada nación y en los que yacen los sencillos, a veces quizá desconocidos, olvidados, que no tienen a nadie que en el día de los difuntos encienda una luz sobre su tumba. A todos estos lugares de la tierra, lejanos y cercanos, llega la misma oración por la paz y la luz. Esta paz y esta luz eterna son la esperanza de los hombres que viven en la tierra. Ellas, la paz y la luz son la expresión de la vida en la que permanecen los hombres afectados por la muerte del cuerpo. Esta paz y esta luz son fruto del misterio de la Encarnación de Dios, que meditamos cada vez que rezamos el "Ángelus".”

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