Hay un bien común de la
humanidad en el que están en juego graves intereses que requieren la acción
concertada de los Gobiernos y de todos los hombres de buena voluntad: la
garantía de los derechos humanos, problemas de la alimentación, sanidad,
cultura, cooperación económica internacional, reducción de armamentos,
eliminación del racismo... ¡El bien común de la humanidad! Una "utopía"
que el pensamiento cristiano persigue sin cansarse, y que consiste en la
búsqueda incesante de soluciones justas y humanas, teniendo en cuenta a un
tiempo el bien de las personas y el bien de los Estados, los derechos de cada
uno y los derechos de los demás, los intereses particulares y las necesidades
generales.
En el bien común encuentran motivación no sólo
las enseñanzas sociales de la Sede Apostólica, sino también las iniciativas que
le resultan posibles en el marco del campo que le es propio…Bien vemos que la humanidad está dividida de muchas
maneras. Se trata también, y antes que nada, de divisiones ideológicas
vinculadas a sistemas estatales diferentes. La búsqueda de soluciones que
permitan a las sociedades humanas cumplir las propias tareas y vivir en
justicia, es quizá el signo principal de nuestro tiempo. Hay que respetar todo
lo que pueda favorecer esta gran causa, sea en el régimen que fuere. Hay que
sacar provecho de las experiencias mutuas. En contraposición a ello, no sería
posible transformar esta búsqueda multiforme de soluciones, en programas de
lucha para asegurarse el poder en el mundo, sea el que fuere el imperialismo
que encubra dicha lucha. Sólo en esta línea podemos conjurar la amenaza de las
armas modernas, sobre todo del armamento nuclear que sigue preocupando tanto al
mundo moderno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario