¿Por qué tanta violencia hoy? Quizá es preciso buscar el origen en esas concepciones, en esos grupos que han proclamado e inculcado especialmente en la conciencia de los jóvenes, como ideal de vida: la lucha contra el otro, el odio contra quien piense u obre de manera distinta, la violencia como único medio para el progreso social o político. Pero la violencia engendra violencia; el odio engendra odio; y ambos humillan y envilecen a la persona humana. Los cristianos no pueden olvidar lo que nos recuerda el Concilio Vaticano II: "No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. La relación del hombre para con Dios y la relación del hombre para con los hombres, sus hermanos, están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: 'El que no ama, no conoce a Dios' (1 Jn 4, 8)" (Nostra aetate, 5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario