“El pecado mismo es
sinónimo de la muerte espiritual, porque por el pecado el hombre ha perdido la
gracia santificante, fuente de la vida sobrenatural. Signo y consecuencia
del pecado original es la muerte del cuerpo, tal como desde entonces
la experimentan todos los hombres. El hombre ha sido creado por Dios para la
inmortalidad: la muerte que aparece como un trágico salto en el vacío,
constituye la consecuencia del pecado, casi por una lógica suya inmanente, pero
sobre todo por castigo de Dios. Esta es la enseñanza de la Revelación y esta es
la fe de la Iglesia: sin el pecado, el final de la prueba terrena no habría
sido tan dramático.”
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