“No hay anuncio más
alegre e importante para nuestra salvación que el que proclamaron los
Apóstoles: "Verdaderamente ha resucitado el Señor" (Lc 24,
34). En Jesús el terrible duelo entre la muerte y la vida se ha resuelto en favor
de esta última: Él es el Viviente, el Vencedor de las fuerzas del mal, el Señor
de la historia (cf. 2 Cor 13, 4; Ap 5, 5; 1, 8; Flp 2,
11). No volvió a la vida de antes ―todavía encaminada a la muerte― como Lázaro,
sino que asumió una vida nueva e imperecedera: "Cristo, resucitado de
entre los muertos, ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre Él" (Rom
6, 9).”
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