“La Eucaristía, vínculo de la caridad que fortalece la
vida cristiana en el cumplimiento del amor a Dios y al prójimo, tiene su raíz
en el Amor divino. En efecto, cada vez que participamos en el sacrificio
eucarístico « se abre en nuestra alma una dimensión real de aquel amor
inescrutable que encierra en sí todo lo que Dios ha hecho por nosotros los
hombres y que hace continuamente » (Carta
a todos los Obispos de la Iglesia sobre el misterio y el culto de la Eucaristía,
1980, n. 5).”
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