El deber de la propia santificación
“Vuestro primer deber apostólico es
vuestra propia santificación. Ningún cambio en la vida religiosa tiene
importancia alguna si no es también una conversión de vosotras mismas a Cristo.
Ningún movimiento de la vida religiosa tiene valor alguno si no es
simultáneamente un movimiento hacia el interior, hacia el "centro"
profundo de vuestra existencia, donde Cristo tiene su morada.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario