“El hombre vive contemporáneamente en
el mundo de los valores materiales y en el de los valores espirituales. Para el
hombre concreto que vive y espera, las necesidades, las libertades y las
relaciones con los demás no corresponden nunca únicamente a la una o a la otra
esfera de valores, sino que pertenecen a ambas esferas. Es lícito considerar
separadamente los bienes materiales y los bienes espirituales para comprender
mejor que en el hombre concreto son inseparables y para ver además que toda
amenaza a los derechos humanos, bien sea en el ámbito de los bienes materiales,
bien sea en el de los bienes espirituales, es igualmente peligrosa para la paz,
porque afecta siempre al hombre en su integridad.”
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