“La Iglesia acoge con reconocimiento y custodia con amor todo el depósito de
la Revelación, tratando con religioso respeto y cumpliendo su misión de
interpretar la ley de Dios de manera auténtica a la luz del Evangelio. Además,
la Iglesia recibe como don la Ley nueva, que es el «cumplimiento» de la ley de Dios en
Jesucristo y en su Espíritu. Es una ley «interior» (cf. Jr 31,
31-33), «escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas
de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones» (2 Co 3, 3); una ley de perfección y de libertad (cf. 2
Co 3, 17); es «la ley del espíritu que da la vida en Cristo
Jesús» (Rm 8, 2). “
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