“En todas partes los jóvenes se
plantean problemas importantes: problemas sobre el significado de la vida,
sobre el modo recto de vivir, sobre la verdadera escala de valores: "¿Qué
he de hacer? ¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?". Estas
preguntas dan testimonio de vuestros pensamientos, de vuestras conciencias, de
vuestros corazones, y de vuestras voluntades. Dicen al mundo que vosotros,
vosotros los jóvenes, lleváis en vosotros mismos una apertura especial a todo cuanto
es bueno y verdadero. Esta apertura, en cierto sentido, constituye una
"revelación" del espíritu humano. Y en esta apertura a la verdad, a
la bondad y a la belleza, cada uno de vosotros puede encontrarse a sí mismo;
por este motivo en esta apertura todos vosotros podéis experimentar de alguna
manera lo que experimentó el joven del Evangelio: "Jesús, poniendo en él
los ojos, le amó" (Mc 10, 21).”
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