“¿Cómo afrontar, el gran conflicto
que afecta al espíritu y al corazón de la humanidad contemporánea? Se convierte
en un desafío para el cristiano: el desafío de transformarse en agente
de una nueva síntesis entre la máxima adhesión posible a Dios y a su voluntad y
la máxima participación posible en las alegrías y esperanzas, angustias y
dolores del mundo, para orientarlos hacia el proyecto de salvación integral que
Dios Padre nos ha manifestado en Cristo y que continuamente pone a nuestra
disposición por el don del Espíritu Santo.”
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