“El Concilio Vaticano II atribuye a
la Virgen también el título de "excelsa Hija de Sión" (Lumen
gentium, 55). Es un apelativo que debe sus orígenes a las tradiciones
del Antiguo Testamento y es una expresión de sabor netamente oriental.
En efecto, Sión era la roca de la antigua Jerusalén. Sobre esta cumbre el
Rey David hizo transportar el Arca de la Alianza (cf. Sam 6), y su hijo
Salomón construyó allí el templo (2 Sam 24, 16-25 [cf. Par 3, 1],
1 Re 6). Desde entonces, con el nombre de Sión se designa sobre todo el
monte del Templo (cf. Is 18, 7; Jer 26, 18; Sal 2, 6; 48,
2-3). Sión, pues, era como el corazón de Jerusalén, la parte más sagrada de la
Ciudad Santa, puesto que allí moraba el Señor, en su casa. Como tal, la colina
de Sión pasó a designar toda Jerusalén (cf. Is 37, 32: 51, 11; Jer 26,
18; 51, 35; Sof 3, 16), y también todo Israel (cf. Is 46, 13; Sal
149, 2), del que Jerusalén era el centro religioso y político.
3. María puede ser llamada "Hija de Sión"' en cuanto que en su
persona culmina y se concreta la vocación de la antigua Jerusalén y de todo el
pueblo elegido. Ella es la flor de Israel, que brota al final de un largo
camino, hecho de luces y sombras, durante el cual Dios iba preparando a Israel
para acoger al Mesías. En María de Nazaret, Dios realiza con antelación las
promesas hechas a Abraham y a su descendencia.”
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