La
familia es insustituible y, como tal, ha de ser defendida con todo vigor.
Es necesario hacer lo imposible para que la familia no sea suplantada. Lo
requiere no sólo el bien "privado" de cada persona, sino también el
bien común de toda sociedad, nación y estado. La familia ocupa el centro mismo
del bien común en sus varias dimensiones, precisamente porque en ella es
concebido y nace el hombre. Es necesario hacer todo lo posible para que desde
su momento inicial, desde su concepción, este ser humano sea querido,
esperado, vivido como valor particular único e irrepetible. Debe sentirse
importante, útil, amado y valorado, incluso si está inválido o es minusválido;
es más, por esto precisamente más amado aún.
(JuanPablo II en las palabras a los jóvenes en la Basílica de San Pedro – 3 de enerode 1979)