viernes, 21 de marzo de 2025

No recibir en vano la gracia de Dios

 

El hombre contemporáneo experimenta la amenaza de una impasibilidad espiritual y hasta de la muerte de la conciencia; y esta muerte es algo más profundo que el pecado: es la eliminación del sentido del pecado. Concurren hoy muchos factores para matar la conciencia en los hombres de nuestro tiempo. Y esto corresponde a la realidad que Cristo ha llamado "pecado contra el Espíritu Santo". Este pecado comienza cuando al hombre no le dice ya nada la Palabra de la cruz como el grito último del amor, que tiene el poder de rasgar los corazones. Scindite corda vestra.

La Iglesia no cesa de pedir por la conversión de los pecadores, por la conversión de cada uno de los hombres, de cada uno de nosotros, precisamente porque respeta, porque estima la grandeza y la profundidad del hombre y revisa el misterio de su corazón a través del misterio de la cruz.

Aceptemos, por tanto, la advertencia de San Pablo que nos exhorta "a no recibir en vano la gracia de Dios" (2 Cor 6, 1), más aún, a entender y experimentar la realidad maravillosa de que "el que es de Cristo se ha hecho criatura nueva" (ib. 5, 17).

(del Ángelus de JuanPablo II 1 de abril de 1979)

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