"Cada vez que coméis
de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que
vuelva" (1 Co 11, 26).
Por consiguiente, la Eucaristía es
memorial en sentido pleno: el pan y el vino, por la acción del
Espíritu Santo, se convierten realmente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que
se entrega para ser alimento del hombre en su peregrinación terrena. La
misma lógica de amor motiva la encarnación del Verbo en el
seno de María y su presencia en la Eucaristía. Es el ágape,
la cáritas, el amor, en el sentido más hermoso y puro. Jesús pidió
insistentemente a sus discípulos que permanecieran en este amor suyo (cf. Jn 15,
9)
(de la homilía de Juan PabloII en la Santa Mia “In Cena Domini” Jueves santo 8 de abril de 2004)
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