“La solidaridad,
entendida como « determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien
común »,121 requiere también ser llevada a
cabo mediante formas de participación social y política. En
consecuencia, servir el Evangelio de la vida supone que las familias,
participando especialmente en asociaciones familiares, trabajen para que las
leyes e instituciones del Estado no violen de ningún modo el derecho a la vida,
desde la concepción hasta la muerte natural, sino que la defiendan y promuevan.”
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