“una ciudad, si quiere llegar a ser un verdadero hogar para todos los seres humanos que la habitan, necesita un alma. Vosotros, la gente, debéis proporcionarle esa alma. ¿Cómo podéis hacer esto? Amándoos unos a otros. El amor mutuo debe ser el distintivo de vuestras vidas. Jesucristo nos dice en el Evangelio: `"Amarás al prójimo como a ti mismo" (Mt 22, 39). Este mandato del Señor debe ser lo que os inspire en la formación de unas verdaderas relaciones humanas entre vosotros, de modo que nunca se sienta nadie solo o no aceptado, y mucho menos rechazado, despreciado u odiado. El mismo Jesús os dará la fuerza del amor fraterno. Si vosotros lo deseáis (y Jesús os ayudará a realizarlo), cada barrio, cada bloque y cada calle se convertirá en una verdadera comunidad.”
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