“El cristianismo es un
programa lleno de vida. Ante la experiencia cotidiana de la muerte, de la que
se hace partícipe nuestra humanidad, repite incansablemente: "Creo en la
vida eterna". Y en esta dimensión de vida se encuentra la realización
definitiva del hombre en Dios mismo: "Sabemos que... seremos semejantes a
El, porque le veremos tal cual es" (1 Jn 3, 2).”
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