“La fidelidad a las
raíces no significa una duplicación mecánica de los modelos del pasado. La fidelidad a las raíces es siempre creativa, dispuesta a bajar a
las profundidades, abierta a nuevos desafíos y sensible a los «signos de los
tiempos». Se manifiesta también en la solicitud por el desarrollo de la cultura
nativa, en la que el elemento cristiano ha estado presente desde el principio.
La fidelidad a las raíces significa, sobre todo, la capacidad
de construir una síntesis orgánica entre los valores perennes, que
tantas veces se han confirmado en la historia, y el desafío del mundo actual,
entre la fe y la cultura, entre el Evangelio y la vida.”
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