“No hay duda de que hoy día existe una concientización
particularmente viva sobre la libertad. «Los hombres de nuestro tiempo tienen
una conciencia cada vez mayor de la dignidad de la persona humana», como
constataba ya la declaración conciliar Dignitatis
humanae sobre la libertad
religiosa 52. De ahí la reivindicación de la posibilidad de
que los hombres «actúen según su propio criterio y hagan uso de una libertad
responsable, no movidos por coacción, sino guiados por la conciencia del deber» 53. En concreto, el derecho a la libertad
religiosa y al respeto de la conciencia en su camino hacia la verdad es sentido
cada vez más como fundamento de los derechos de la persona, considerados en su
conjunto 54.
De este modo, el sentido más profundo de la
dignidad de la persona humana y de su unicidad, así como del respeto debido al
camino de la conciencia, es ciertamente una adquisición positiva de la cultura
moderna. Esta percepción, auténtica en sí misma, ha encontrado múltiples
expresiones, más o menos adecuadas, de las cuales algunas, sin embargo, se
alejan de la verdad sobre el hombre como criatura e imagen de Dios y necesitan
por tanto ser corregidas o purificadas a la luz de la fe55.”
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