“La vida de las comunidades que trabajan en la
parroquia, tanto las que están vinculadas directamente a la liturgia, la
catequesis o la oración, como las que promueven la cultura o el deporte, es
realmente fructuosa, edifica verdaderamente al hombre, si en definitiva lo
acerca a Cristo, a este Cristo que se ofrece en el altar en sacrificio al Padre
y se entrega totalmente a los hombres, para santificarlos.”
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