“...para que la santidad de la familia sea preservada, la Iglesia ha de continuar predicando la verdad sobre el matrimonio cristiano y la familia, inscrita por Dios en el corazón del hombre y revelada en Cristo en toda su profundidad.
El punto de partida de la doctrina eclesial en este campo está en el concepto del amor conyugal entendido en toda su verdad. Se trata del amor en cuanto comunión interpersonal de los cónyuges, que se entregan mutuamente en cuerpo y alma. Este amor interpersonal auténtico, base de toda la vida conyugal y familiar (Cf.. Gaudium et Spes, 48), es el que vosotros, queridos esposos, habéis de custodiar e incrementar. Pues el amor conyugal comienza a deteriorarse cuando la entrega entre los esposos se hace más débil, se cierra en el egoísmo.”
(Juan Pablo II - Celebración eucarística en Caracas 27 de enero de 1985)
El punto de partida de la doctrina eclesial en este campo está en el concepto del amor conyugal entendido en toda su verdad. Se trata del amor en cuanto comunión interpersonal de los cónyuges, que se entregan mutuamente en cuerpo y alma. Este amor interpersonal auténtico, base de toda la vida conyugal y familiar (Cf.. Gaudium et Spes, 48), es el que vosotros, queridos esposos, habéis de custodiar e incrementar. Pues el amor conyugal comienza a deteriorarse cuando la entrega entre los esposos se hace más débil, se cierra en el egoísmo.”
(Juan Pablo II - Celebración eucarística en Caracas 27 de enero de 1985)
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