“Sentir la exigencia de buscar a Dios es ya un don que hay que acoger con corazón agradecido. En realidad, es siempre Dios quien sale primero a nuestro encuentro, porque él nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10). Buscar a Dios es consolador, pero también exigente; supone renuncias y opciones radicales. ¿Qué implica esto para vosotros, en la actual situación histórica? Seguramente una acentuación de la dimensión contemplativa, una intensificación de la oración personal y una revalorización del silencio del corazón, sin contraponer jamás la contemplación a la acción, la oración en la celda a las celebraciones litúrgicas, la necesaria "huida del mundo" a la presencia debida junto a los que sufren: todo esto está en la tradición de vuestra Orden y en vuestras Constituciones (cf. Constituciones O.S.M. [1987], 16a. 31a-b. 116). La experiencia demuestra que sólo una contemplación intensa suscita una ferviente y eficaz acción pastoral. ”
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