“Las bienaventuranzas constituyen la clave para comprender la moral evangélica. Ellas nos abren un horizonte nuevo con relación a la vida y a la conducta humana. Son dichosos, pues, quienes se dejen guiar por el espíritu de las bienaventuranzas y ciertamente «heredarán la tierra», aunque hayan acabado los días de su vida terrena. Su victoria y su felicidad es sobre todo moral, al participar de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.”
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