“Cristo es el Dios de la Vida (cf. Jn 1, 1-2). Por eso, abrir las puertas a Cristo significa anunciar, celebrar y preservar el don de la vida. En esta época, amenazada por la cultura de la muerte, los jóvenes cristianos debéis ser testigos valientes de la dignidad de la persona, defensores de la vida humana en todas sus formas, y promotores incansables de sus derechos. Frente a una cultura de la muerte y ante alienaciones como el narcotráfico, la violencia, la negligencia ante las necesidades de los niños abandonados, de los enfermos y los ancianos, y particularmente ante gestos destructivos como el aborto y la eutanasia, os invito a ser «profetas de la vida», trabajando por la cultura de la vida con la creatividad y generosidad que os caracterizan.”
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