“En una época como la nuestra es urgente, más que en el pasado, conservar la imagen —la tipología, diría— de una escuela cristiana que, dentro de la observancia siempre leal de las normas generales de la competente legislación escolar del respectivo país, asume como su punto de partida y además como su meta de llegada el ideal de una educación integral —humana, moral y religiosa— según el Evangelio de Nuestro Señor. Antes que los programas de estudio, antes que los contenidos de los diversos cursos de enseñanza —vosotros lo sabéis bien— para una escuela auténticamente cristiana es y será siempre esencial esta referencia indeclinable a la pedagogía superior y trascendente de Cristo-Maestro.”
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