“El testimonio del Resucitado es un compromiso que vincula concretamente a todos los miembros del Pueblo de Dios. El Concilio lo ha hecho objeto de una explícita llamada a los fieles laicos, recapitulando la misión que les es propia en virtud de su incorporación a Cristo, mediante el bautismo, con estas comprometedoras palabras: "Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús" (Lumen gentium, 38)”
(Beato Juan Pablo II – Audiencia General 25 de abril de 1984)
(Beato Juan Pablo II – Audiencia General 25 de abril de 1984)
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