lunes, 28 de julio de 2025

Los varios nombres de Satanás

 


 (…) encontramos varias indicaciones en la Sagrada Escritura, en la cual Satanás es llamado "el príncipe de este mundo" (cf. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso "el Dios de este siglo" (2 Cor 4, 4). Encontramos muchos otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre: "Belcebú" o "Belial", "espíritu inmundo", "tentador", "maligno" y finalmente "anticristo" (1 Jn 4, 3). Se le compara a un "león" (1 Pe 5, 8), a un "dragón" (en el Apocalipsis) y a una "serpiente" (Gen 3). Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el nombre de "diablo" del griego "diaballein" (del cual "diabolos"), que quiere decir: causar la destrucción, dividir, calumniar, engañar. Y a decir verdad, todo esto sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno que es presentado en la Sagrada Escritura como una persona, aunque se afirma que no está solo: "somos muchos", gritaban los diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); "el diablo y sus ángeles", dice Jesús en la descripción del juicio futuro (cf. Mt 25, 41).

(de la Audiencia del Papa Juan Pablo II La caída de los ángeles rebeldes del 13 de agosto 1986)

jueves, 17 de julio de 2025

La necesidad de testigos jóvenes

 

Es cada vez más necesario que incluso en los lugares más apartados de la tierra se den testigos, testigos jóvenes, del Evangelio, sin miedo o temor a las situaciones y a las circunstancias adversas, que sepan vivir coherentemente las exigencias de la fe, con la mirada fija en la santificación personal y en el ejercicio de la caridad fraterna.

(del Ángelusdel Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 20 de agostode 1989) – IV Jornada Mundial de la Juventud

La llamada de Cristo de la mano de Maria

 

¡Mira la estrella, invoca a María!

La llamada de Cristo lleva por un camino que no es fácil de recorrer, porque puede llevar incluso a la cruz. Pero no hay otro camino que lleve a la verdad y dé la vida. Sin embargo, no estamos solos en este camino. María con su FIAT abrió un camino nuevo a la humanidad. Ella, por su aceptación y entrega total a la misión de su Hijo, es prototipo de toda vocación cristiana. Ella caminará con nosotros, será nuestra compañera de viaje, y con su ayuda podremos seguir la vocación que Cristo nos ofrece.

 (del Encuentro del Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 19 de agosto de 1989 -  IV Jornada Mundial de la Juventud)

La vocación del cristiano

 

El cristiano está llamado a servir a los hermanos y a la sociedad, a promover y sostener la dignidad de cada ser humano, a respetar, defender y favorecer los derechos de la persona, a ser constructor de una paz duradera y auténtica, basada en la fraternidad, la libertad, la justicia y la verdad.

(del Encuentrodel Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 19 de agostode 1989- IV Jornada Mundial de la Juventud)

martes, 15 de julio de 2025

La presencia del mal moral

 

El mal moral es radicalmente contrario a la voluntad de Dios. Si este mal está presente en la historia del hombre y del mundo, y a veces de forma totalmente opresiva, si en cierto sentido tiene su propia historia, esto sólo está permitido por la Divina Providencia, porque Dios quiere que en el mundo creado haya libertad. La existencia de la libertad creada (y por consiguiente del hombre, e incluso la existencia de los espíritus puros como los ángeles, de los que hablaremos en otra ocasión) es indispensable para aquella plenitud del bien que Dios quiere realizar en la creación, la existencia de los seres libres es para él un valor más importante y fundamental que el hecho de que aquellos seres abusen de la propia libertad contra el Creador y que, por eso, la libertad pueda llevar al mal moral.

(PapaJuan Pablo II de la Audiencia General el 4 de junio de 1986 “La DivinaProvidencia y la presencia del mal y del sufrimiento en el mundo”

El es «el camino, la verdad y la vida»

 

Ningún hombre puede eludir las preguntas fundamentales: ¿qué debo hacer?, ¿cómo puedo discernir el bien del mal? La respuesta es posible sólo gracias al esplendor de la verdad que brilla en lo más íntimo del espíritu humano, como dice el salmista: «Muchos dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha?". ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor!» (Sal 4, 7).

La luz del rostro de Dios resplandece con toda su belleza en el rostro de Jesucristo, «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15), «resplandor de su gloria» (Hb 1, 3), «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1, 14): él es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Por esto la respuesta decisiva a cada interrogante del hombre, en particular a sus interrogantes religiosos y morales, la da Jesucristo; más aún, como recuerda el concilio Vaticano II, la respuesta es la persona misma de Jesucristo: «Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Pues Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, de Cristo, el Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación» 1.

(Papa Juan Pablo II CartaEncíclica Veritatis Splendor)

El «Sermón de la montaña», carta magna de la moral evangélica

 

En el «Sermón de la montaña», que constituye la carta magna de la moral evangélica 24, Jesús dice: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo es la clave de las Escrituras: «Vosotros investigáis las Escrituras, ellas son las que dan testimonio de mí» (cf. Jn 5, 39); él es el centro de la economía de la salvación, la recapitulación del Antiguo y del Nuevo Testamento, de las promesas de la Ley y de su cumplimiento en el Evangelio; él es el vínculo viviente y eterno entre la antigua y la nueva alianza

(Papa Juan Pablo II CartaEncíclica Veritatis Splendor)

sábado, 12 de julio de 2025

La savia siempre nueva del Evangelio

 

En esta encrucijada de la historia en busca de esperanza, la Iglesia le anuncia la savia siempre nueva del Evangelio, creador de cultura, fuente de humanidad, al mismo tiempo que promesa de eternidad. Su secreto es el Amor. Es la necesidad primordial de toda cultura humana. Y el nombre de este Amor es Jesús, Hijo de María. Queridos amigos, llevadlo, como ella, con confianza, por todos los caminos de los hombres, al corazón de las nuevas culturas que tenemos que construir entre los hombres, con los hombres. Estad convencidos: la fuerza del Evangelio es capaz de transformar las culturas de nuestro tiempo por su fermento de justicia y de caridad en la verdad y la solidaridad. Esta fe que llega a ser cultura es fuente de esperanza

(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes enla Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la cultura – 12 de enero de 1990)  


La fe en Cristo garantía y estimulo de libertad

 

Un sentimiento común parece dominar hoy a la gran familia humana. Todos se preguntan qué futuro hay que construir en paz y solidaridad, en este paso de una época cultural a otra. Las grandes ideologías han mostrado su fracaso ante la dura prueba de los acontecimientos. Sistemas, que se dicen científicos de renovación social, incluso de redención del hombre por sí mismo, mitos de la realización revolucionaria del hombre, se han revelado a los ojos del mundo entero como lo que eran: trágicas utopías que han producido una regresión sin precedentes en la historia atormentada de la humanidad. En medio de sus hermanos, la resistencia heroica de las comunidades cristianas contra el totalitarismo inhumano ha suscitado la admiración. El mundo actual redescubre que la fe en Cristo, lejos de ser el opio de los pueblos, es la mejor garantía y el estímulo de su libertad.

(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes enla Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la cultura – 12 de enero de 1990)  


viernes, 11 de julio de 2025

San Benito – hombre de Dios

 

En este lugar y en este momento no podemos prescindir de pensar que sobre estas páginas también fijó la propia reflexión San Benito durante su vida terrena. ¡Con qué eco tan profundo debieron resonar en su alma las amenazas contra los ricos y contra las aberraciones que ordinariamente acompañan a la posesión de excesivos bienes materiales!

Y qué vibración íntima de consentimiento y de adhesión debió suscitar en él la palabra de Pablo a Timoteo, que también acabamos de oír: "Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. Combate los buenos combates de la fe, asegúrate la vida eterna, para la cual fuiste llamado y de cual hiciste solemne profesión delante de muchos testigos" (1Tim 6, 11-12)

Benito fue hombre de Dios y se convirtió en tal, siguiendo el camino de las virtudes tan claramente indicadas por los Apóstoles. Siguiéndolo constante e incesantemente. Fue un auténtico peregrino del Reino de Dios, un auténtico "homo viator". No se detuvo a lo largo del camino, no se desvió hacia caminos más fáciles. Todo su empeño estuvo orientado a seguir la consigna: combatir el buen combate de la fe para "conservar sin tacha ni culpa el mandato hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tim 6, 14).

(Papa Juan Pablo II –Visita Pastoral a Subiaco – homilía en la Santa Misa para le Pueblo – 28 deseptiembre de 1980)

La caridad mutua de San Benito

 (…) el criterio principal que guió a San Benito en la redacción de las normas de convivencia dentro del monasterio, fue precisamente el de la caridad mutua, por la cual los "hermanos" debían ser inducidos a una actitud de constante atención recíproca y de diligente disponibilidad para prestarse unos a otros los servicios necesarios. Hay un capítulo de la "regla", el 72, que traza un cuadro sugestivo de las relaciones que deben establecerse dentro de la familia monástica. Se trata de la página a la que debería mirar como a un estímulo ideal no sólo la familia cristiana, sino a la que puede tender últimamente también la comunidad civil, para sacar de ella inspiración en el planteamiento de las propias relaciones de convivencia.

 

(Papa Juan Pablo II –Visita Pastoral a Subiaco – homilía en la Santa Misa para le Pueblo – 28 deseptiembre de 1980)

miércoles, 9 de julio de 2025

Alzar la mirada hacia Ella

 El hombre moderno debe alzar la mirada y elevarla hacia arriba. Cada vez siente más insistentemente el peligro del exclusivo apego a la tierra. Y tanto más fácilmente se alza la mirada hacia arriba, cuando nuestros ojos se encuentran con esa dulce Madre, que es toda Ella sencillez y amor; Ella, la humilde esclava del Señor.

La dignidad del niño

 

La dignidad del niño exige la más delicada sensibilidad de conciencia por parte de los padres y de la sociedad, porque el niño es el punto crucial en torno al cual se forma o se destruye la moralidad de las familias y, en consecuencia, de naciones y sociedades enteras.

sábado, 5 de julio de 2025

Creo en el Espiritu Santo

 

Creo «...en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, y que habló por los profetas». Estas son las palabras del Símbolo de fe del primer Concilio de Constantinopla del 381 [5], que ha ilustrado el misterio del Espíritu Santo, de su origen del Padre, afirmando de este modo la unidad e igualdad en la divinidad del Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo.

(Juan PabloII Carta Apostolica a Concilio Constantinopoitano I -25 de marzo de 1981)

El Rosario, centrado en la cristología, el Magnificat de Maria.

 


El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio.[2] En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.

(JuanPablo II Carta Apostolica Rosarium Virginis Mariae – 16 de octubre 2002)

jueves, 3 de julio de 2025

¿Qué significa dar testimonio de Cristo?

 

¿Qué significa dar testimonio de Cristo? Significa sencillamente vivir según el Evangelio: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente... Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 37.39).

El cristiano está llamado a servir a los hermanos y a la sociedad, a promover y sostener la dignidad de cada ser humano, a respetar, defender y favorecer los derechos de la persona, a ser constructor de una paz duradera y auténtica, basada en la fraternidad, la libertad, la justicia y la verdad.

(del discurso del santo Padre Juan Pablo II en la Vigilia con los jóvenes en el Monte del Gozo – 18 de agosto de 1989)

(VIAJE PASTORAL A SANTIAGO DE COMPOSTELA Y ASTURIAS
 CON MOTIVO DE LA IV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

Que significa ser cristiano?

 

Ser cristiano significa dar testimonio de la verdad cristiana; y hoy, particularmente, es poner en práctica el sentido auténtico que Cristo y la Iglesia dan a la vida y a la plena realización del joven y de la joven a través del matrimonio y de la familia.

Si, mis queridos jóvenes, Cristo os llama no sólo a caminar con El en esta peregrinación de la vida. El os envía en su lugar para ser mensajeros de la verdad, para ser sus testigos en el mundo, concretamente, ante los demás jóvenes como vosotros, porque muchos de ellos hoy, en el mundo entero, están buscando el camino, la verdad y la vida, pero no saben a dónde ir.

«Ha llegado la hora de emprender una nueva evangelización» (Christifideles laici n. 34), y vosotros no podéis faltar a esta llamada urgente. En este lugar dedicado a Santiago, el primero de los Apóstoles que dio testimonio de la fe con el martirio, comprometámonos a acoger el mandato de Cristo: «seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).

(deldiscurso del santo Padre Juan Pablo II en la Vigilia con los jóvenes en el Montedel Gozo – 18 de agosto de 1989)

 (VIAJE PASTORAL A SANTIAGO DE COMPOSTELA Y ASTURIAS
 CON MOTIVO DE LA IV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD


miércoles, 2 de julio de 2025

La unidad de toda la humanidad

 

La unidad de toda la humanidad herida es voluntad de Dios. Por esto Dios envió a su Hijo para que, muriendo y resucitando por nosotros, nos diese su Espíritu de amor. La víspera del sacrificio de la Cruz, Jesús mismo ruega al Padre por sus discípulos y por todos los que creerán en El para que sean una sola cosa, una comunión viviente. De aquí se deriva no sólo el deber, sino también la responsabilidad que incumbe ante Dios, ante su designio, sobre aquéllos y aquéllas que, por medio del Bautismo llegan a ser el Cuerpo de Cristo, Cuerpo en el cual debe realizarse en plenitud la reconciliación y la comunión

 

(de la Encíclica Ut unum sint, I.6  del Papa Juan Pablo II)