“1. La Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan de la salvación, porque « al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, para que recibieran la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! » (Gál 4, 4-6).”!
(primeras palabras de la Encíclica Redemptoris Mater sobre la Bienaventurada Virgen Maria en la Vida de la Iglesia peregrina, con la cita de San Pablo)
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