“Durante la octava de Navidad, la Iglesia nos hace dirigir la mirada del espíritu al misterio de la Maternidad. El último día de la octava, que es el primero del año nuevo, es la fiesta de la Maternidad de la Madre de Dios. De este modo se resalta “el puesto” de la Madre, “la dimensión” materna de todo el misterio del nacimiento de Dios.
2. Esta Madre lleva el nombre de María. La Iglesia la venera de modo particular. Le rinde un culto que supera el de los otros santos (cultus iperduliae). La venera así, precisamente porque ha sido la Madre; porque ha sido elegido para ser la Madre del Hijo de Dios; porque a ese Hijo, que es el Verbo eterno, le ha dado en el tiempo “el cuerpo”, le ha dado en un momento histórico “la humanidad”.
2. Esta Madre lleva el nombre de María. La Iglesia la venera de modo particular. Le rinde un culto que supera el de los otros santos (cultus iperduliae). La venera así, precisamente porque ha sido la Madre; porque ha sido elegido para ser la Madre del Hijo de Dios; porque a ese Hijo, que es el Verbo eterno, le ha dado en el tiempo “el cuerpo”, le ha dado en un momento histórico “la humanidad”.
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