"Nadie ceda a la tentación de hacer del tiempo libre un tiempo de "reposo de los valores" (cf. Angelus del 4 de julio, 1993). Por el contrario, es un deber promover una ética del turismo.
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Una justa ética del turismo influye en el comportamiento del turista, hace que sea un colaborador solidario, exigente consigo mismo y con quienes organizan su viaje; artífice de diálogo entre las civilizaciones y las culturas para construir una civilización del amor y de la paz”
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