“me place recordar aquí todo lo que reconocieron los padres del Concilio, poniendo de relieve que "las Iglesias de Oriente tienen desde su origen un tesoro, del que la Iglesia de Occidente tomó muchas cosas para su liturgia, su tradición espiritual y su ordenamiento jurídico" (Decr. Unitatis redintegratio, 14), y de modo especial en lo que se refiere al culto a la Virgen Santa a quien "los orientales ensalzan con hermosos himnos" (ib., 15) y en lo que se refiere a la espiritualidad monástica de la que procede, como de su fuente, la regla monástica de los latinos (ib.)” (del Ángelus del Papa Juan Pablo II el Domingo 2 de diciembre de 1979
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