“…la liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia. Hay una parte muy grande de anuncio, catequesis y predicación para despertar la fe, alimentarla y educarla… está la oración personal en la que cada uno debe hablar al Señor en lo secreto o con sus amigos. Están todas las obras de apostolado y caridad: el amor es la señal en que se reconoce a los discípulos de Cristo. Pero la liturgia es la cúspide a donde tiende toda la acción de la Iglesia, y la fuente de donde nace toda su fuerza (cf. Sacrosanctum Concilium, 9-10).” En ella se anuda la Alianza con Dios, se santifica el pueblo, se da gloria a Dios, se estrechan los vínculos con la Iglesia y se robustece su caridad.”
(de la Homilía del Beato Juan Pablo II en la Santa Misa para el « Coetus Internatinalis Ministrantium» - Miércoles 9 de abril de 1980
(de la Homilía del Beato Juan Pablo II en la Santa Misa para el « Coetus Internatinalis Ministrantium» - Miércoles 9 de abril de 1980
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