Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos
que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino
de asno y le hundieran en el fondo del mar" (Mt 18, 6). La advertencia es muy severa; pero es un mal
grande el escándalo dado a todo ser inocente. Se causa gran daño al alma
juvenil, inoculando el mal allí donde deben desarrollarse la gracia, la verdad,
la confianza y el amor. Sólo Aquel que personalmente ha amado mucho el alma
inocente de los niños y el alma juvenil, podio expresarse sobre el escándalo
tal como lo ha hecho Cristo. Sólo Él podía amenazar con estas palabras
tremendas a quienes dan escándalo.
(de la Audiencia General de Juan Pablo II 29 de agosto de1979)
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