“El
concepto cristiano del trabajo, amigos y hermanos trabajadores, ve en éste una
llamada a colaborar con el poder y amor de Dios, para mantener la vida del
hombre y hacerla más correspondiente a su designio. Así entendido, el trabajo
no es una necesidad biológica de subsistencia, sino un deber moral; es un acto
de amor y se convierte en alegría: la alegría profunda de darse, por medio del
trabajo, a la propia familia y a los demás, la alegría íntima de entregarse a
Dios, y de servirlo en los hermanos, aunque tal donación conlleva sacrificios.
Por eso el trabajo cristiano tiene un sentido pascual.”
(del Encuentro de Juan Pablo II con trabajadores y empresarios – Barcelona domingo
7 de noviembre de 1982)
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