“Debemos detenernos un poco ante el hombre que sufre para testificarle y, en cuanto sea posible, testificar juntamente con él, toda la dignidad del sufrimiento, diría toda la majestad del sufrimiento. Debemos inclinar la cabeza ante los hermanos o hermanas que son débiles e indefensos, privados precisamente de lo que a nosotros se nos ha concedido y de lo que gozamos cada día.”
(Juan Pablo II Ángelus domingo 11 de febrero de 1979)
(Juan Pablo II Ángelus domingo 11 de febrero de 1979)
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