“Hay que mantener la convicción de que todo atentado a la dignidad humana, hasta el más lejano, repercute en la vida de todos de modo imperceptible pero real, ya que un vínculo indeleble une a todos los seres humanos. Para todos los creyentes —cristianos, musulmanes y judíos— este vínculo resulta de su fe en un Dios único y verdadero que, en cuanto Padre de todos los hombres, es fuente y fundamento de la dignidad humana (cf. Nostra aetate, 5). Para quienes han sido llamados a compartir la fe cristiana, este lazo queda resumido en las palabras: todos somos hermanos en Jesucristo”
(del Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II a la Comisión Europea de los derechos del hombre y a la Corte Europea de los derechos del hombre – 1979
(del Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II a la Comisión Europea de los derechos del hombre y a la Corte Europea de los derechos del hombre – 1979
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