“Antes, el concepto de apostolado parecía estar como reservado sólo a quienes "por oficio" son los sucesores de los Apóstoles, que expresan y garantizan la apostolicidad de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ha descubierto qué campos tan grandes de apostolado han sido siempre accesibles a los laicos. Al mismo tiempo ha estimulado de nuevo a tal apostolado. Basta recoger una sola frase del Decreto Apostolicam actuositatem que, en cierto sentido, contiene y resume todo: «La vocación cristiana... es por su naturaleza vocación también al apostolado» (núm. 2).”
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