domingo, 6 de junio de 2010

Toda su vida en la hostia blanca

“En este silencio de la hostia blanca, llevada en la custodia, están todas sus palabras: está toda su vida ofrecida al Padre por cada uno de nosotros; está asimismo la gloria de su Cuerpo glorificado que comenzó con la resurrección y perdura siempre en la unión celestial.”

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