“Para madurar espiritualmente hasta la eternidad, el hombre no puede crecer sólo en el terreno de la temporalidad. No puede poner su apoyo en la carne, es decir, en sí mismo, en la materia. El hombre no puede construir sólo sobre sí y "confiar" solamente en el hombre. Debe crecer en un terreno diverso del de lo transitorio y de lo caduco de este mundo temporal. Es el terreno de la nueva vida, de la eternidad y de la inmortalidad el que Dios ha puesto en el hombre, al crearlo a su propia imagen y semejanza.”
(de la homilía del Beato Juan Pablo II en su visita pastoral a la parroquia romana de San Silvestre y San Martin - Domingo 17 de febrero de 1980)
(de la homilía del Beato Juan Pablo II en su visita pastoral a la parroquia romana de San Silvestre y San Martin - Domingo 17 de febrero de 1980)
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