“En la Eucaristía, en la experiencia más viva de Cristo, que "nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio" (Ef 5, 2), nosotros aprendemos a "caminar en el amor" (ib.), o mejor, nos hacemos profundamente idóneos para la vida de Cristo que se convierte en vida nuestra, para imitar a Dios como "hijos amados" (ib., 1). Al participar en la Eucaristía "comiendo del único pan y bebiendo del único cáliz" (cf. 1 Cor 10, 17) realizamos en Cristo la comunión que nos permite ser "un solo corazón y una sola alma" (cf. Act 4, 32) y estar disponibles para amar como Cristo ha amado (cf. Jn 13, 34), incluso a estar dispuestos para sufrir y dar la vida por los hermanos (cf. Jn 15, 13).”
(Beato Juan Pablo II Homilía en la Solemne concelebración litúrgica de rito bizantino-ucranio para la apertura del Sìnodo de los Obispos Ucranios - Capilla SixtinaLunes 24 de marzo de 1980)
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