Si vuestra misión es, en
primer lugar, la defensa y promoción de los legítimos intereses de vuestras
respectivas naciones, la interdependencia ineludible que vincula cada vez más
en nuestros días a todos los pueblos del mundo, invito a todos los diplomáticos
a hacerse, con espíritu siempre renovado y original, los artífices del
entendimiento entre los pueblos, de la seguridad internacional y de la paz
entre las Naciones.
Vosotros sabéis muy bien
que todas las sociedades humanas, nacionales o internacionales, serán juzgadas
en este campo de la paz por la aportación que hayan dado al desarrollo del
hombre y al respeto de sus derechos fundamentales. Si la sociedad debe
garantizar, en primer lugar, el disfrute de un derecho verdadero a la
existencia y a una existencia digna, no se podrá desligar de este derecho otra
exigencia también fundamental y que podríamos llamar el derecho a la paz y a la
seguridad.
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