Cada uno
de nosotros, en el ámbito de la sociedad, pero particularmente en el ámbito de
la Iglesia, tiene una vocación y una responsabilidad. Cada uno de los
cristianos en la comunidad del Pueblo de Dios debe contribuir a la construcción
del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Este es el "servicio real"
del que habla el Concilio Vaticano II (Lumen gentium, 36), en virtud del cual, no sólo el Papa, los
obispos, los sacerdotes, sino todos los cristianos, vale decir, los esposos,
los padres, las mujeres y los hombres de condiciones y profesiones diversas,
deben construir su vida…
(del discursode Juan Pablo II a los agentes de policía – 14 de abril de 1979)
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