jueves, 3 de octubre de 2024

«Iglesia de Dios, ¿qué dices de ti misma?» (Concilio Vaticano II)

 Necesitamos hombres que tengan un conocimiento profundo de los problemas del hombre y del mundo; pero tal conocimiento no se podrá detener en el nivel puramente humano y profano: deberá basarse sobre todo en la "ciencia de la fe", aún más, deberá surgir de una actitud precisa de fe, de un ejercicio activo de fe, que significa comunión y coloquio con el Verbo mismo de Dios, el Maestro que enseña y dicta ab intus: «El que es consultado y enseña es Cristo del que se ha dicho que habita en el hombre interior, esto es, la inmutable virtud de Dios y su eterna sabiduría» (San Agustín, De Magistro, 11, 38; PL 52, 1216; cf. Ef 3, 16; 1 Cor 1, 24)

[…]

no le es lícito al Pueblo de Dios retrasarse, detenerse o retroceder. La Iglesia debe caminar en la historia con los ojos dirigidos atrás (Ecclesia retro-oculata), y al mismo tiempo hacia adelante (Ecclesia ante-oculata); pero sobre todo fijos en lo alto, hacia Cristo, su Señor (Ecclesia supra-oculata): levatis ad Dominum oculis... Efectivamente, de lo alto, de El, le viene la inspiración, la fuerza, la resistencia, la valentía. Y, ¿cómo podrían quedar inertes los miembros del Pueblo de Dios?

(del discurso de  Juan Pablo II a los profesores, superiores y alumnos de los centros romanos de estudios académicos  -  4 de abril de 1979

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